jueves, 27 de octubre de 2011

Amor, sexo y placer

Noticia Mundo Oriental
Se han mencionado distintas formas de amor en función de la personalidad y del tipo de compromiso entre dos personas o pareja: John Alan Lee, un sexólogo norteamericano que ha pasado gran parte de su vida realizando investigaciones y estudios referentes al sexo, al amor, a la personalidad, siendo el que más ha detallado los posibles tipos existentes. Hagamos un breve resumen de su tipología, ya que ello quizás nos ilustra mejor acerca de la delicada interacción entre el amor, sexo y placer. Tenemos entonces los siguientes tipos de amor según J. Alan Lee
 EROS: Este amor se basa principalmente en el componente erótico, lo que parece ser el centro de atención de la pareja es la atracción física, el contacto sexual.
LUDUS: Estas parejas pretenden principalmente pasárselo bien, disfrutar al máximo. Los juegos sexuales son ingeniosos y variados, el ambiente es festivo, pero no existe una base afectiva fuerte, no hay demasiado compromiso, ni intimidad. Amar es como practicar un deporte.
STORGO: Estas parejas se unen principalmente por la simpatía y el afecto, su relación es sosegada, tranquila, producto de la amistad inicial; es un amor sólido y estable, sin embargo, el apasionamiento no es intenso.
MANÍA: Es una forma de amar apasionada, intensa, turbulenta, apremiante; se hacen barbaridades para mantener activa la atención de la persona querida: es una forma imposible de mantener a largo plazo; igual se inicia, se detiene bruscamente.
PRAGMA: Es un forma controlada y práctica de amar, se localiza en aquella persona que se adapta a la lista de requisitos y cualidades que pensamos debe poseer la persona deseada.
ÁGAPE: Esta forma de amar es la que una concepción cristiana del matrimonio promovería. El cariño, la bondad, la paciencia, la comprensión… hacen que en general sea más un ideal que una realidad.
El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana relata Eric From en su libro: “El arte de amar”. Uno de los frutos más notables de la civilización occidental es haber logrado una relación cultural entre el impulso físico de la sexualidad y la emoción del amor. Esta relación no es “natural” por lo contrario es un descubrimiento cultural […]
La necesidad de ver, sentir, la integración entre el amor y el sexo es el resultado progresivo de experiencias y errores de muchas personas, a través de las épocas de todas las edades […]
El amor, el sexo y el placer guardan estrecha relación con los gustos, los caprichos y el buen vivir y se correlaciona con la personalidad de cada quien, razón por la cual es muy difícil de tener uniformidad de criterios y pensamientos. Todos somos seres distintos y pareciera que cada persona tiene un concepto propio de lo que es el amor y su forma de interactuar con el sexo y el placer. Cierto es que el amor, el sexo y el placer van de la mano con la “buena vida”, sus gustos y preferencias.
Todos los tratados clásicos de artes amatorias coinciden en dedicar un amplio apartado a las recetas empleadas para conseguir atraer al ser amado, bien sea ofreciendo determinados alimentos o bien ingiriéndolos uno mismo para aumentar la propia capacidad de seducción o placer.
Esta tradición erótico—culinaria que se halla presente en numerosas y diversas culturas, ha llegado hasta nuestros días y se mantiene viva […]
La invitación a comer, el ritual de la comida, están totalmente incorporados al proceso de seducción en nuestra sociedad contemporánea. Es evidente que el comer juntos es una estupenda oportunidad para hablar, intercambiar opiniones, manifestar gustos, realizar determinados gestos que pueden constituir todo un cúmulo de estímulos para el posible compañero sexual. De paso éste asocia la sensación satisfactoria de comer en nuestra compañía. Durante la comida también se ponen en marcha otros sentidos, el olfato, la vista, y el oído se activan al unisonó, reforzados por el acto de comer. Es preciso no olvidar la influencia decididamente erótica de algunos alimentos.
Otro aspecto importante es el efecto estimulante de manera excitante que la comida puede ejercer por sí misma, dejando a un lado el controversial tema de los afrodisiacos que pudiéramos tratar en otra oportunidad. Muchos estudiosos en la materia consideran que la congestión del abdomen y la pelvis conjuntamente con la sensación del ligero sopor que se produce tras una comida más o menos copiosa, pueden ser favorecedora de una actitud más proclive al encuentro sexual (siempre que el sopor no sea excesivo), si a ello añadimos la acción desinhibida de una moderada cantidad de bebidas espirituosas (licores) consumida casi invariablemente en nuestra cultura cuando de seducción se trata, obtendremos una combinación de innegable efecto facilitador sobre la conducta sexual.
Finalmente, es importante destacar la relación profunda que prevalece entre el sentido del gusto y el erotismo oral. Es indiscutible que cuando besamos, lamemos o chupamos también sentimos y esta sensación constituye, cuando el sabor y la situación resultan agradables, un elemento importante de atracción erótica muy valorada en la actualidad […]

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