lunes, 17 de diciembre de 2012

Concurso de Literatura erótica

 

Relato 1: Oculta

Me levanto de mi escritorio, y me dirijo a la cocina a tomarme el tradicional té de naranja. Sí, todas las tardes cuando termino mi columna, la cual es publicada al día siguiente, a eso de las 5:30 a.m. en “The Times” suelo tomarme el té que desde niña mi madre preparaba en la tetera de la abuela.
Mientras bebo sorbo a sorbo, pienso en lo que me dicen todos. Mi vida es un asco, aburrida y hasta se podría decir que desquiciante. Yo pienso lo mismo, pero sé que cada noche cuando dejo mi casa para verle a él, todo cambia. La gran escala de grises que se apodera de mí durante el día se vuelve a todo color, e incluso, pura luminosidad en la noche. Ahora, pensando en este hecho, se me dibuja una sonrisa y suelto una carcajada nerviosa que hace que manche toda la encimera de té.
Hace cuatro meses todo cobró sentido, o al menos mis noches, sí lo hicieron. Por fin  puedo sentirme viva después de mucho tiempo. No es que mi carrera no me guste, al contrario, adoro mi profesión, pero nada tenía sentido en mi vida antes de que apareciera él. Quizás necesitaba la pieza del puzle que faltaba para poder ver este nuevo mundo en el que estoy sumergida.
Y así pasó. Una tarde noche cuando paseaba con la música de Avril Lavinge en mis cascos. Comenzó a llover. Entonces, apuré el paso hasta llegar al cobijo de la entrada de una tienda de relojes, allí me paré a observar cada uno de aquellos relojes llenos de diamantes. Y oí su voz.
_ ¿Te gustan?_ De un saltó, me volví y allí estaba él. Un hombre alto, robusto, de pelo castaño, ojos verdes y brillantes. Sus manos, sus manos me sostenían por los hombros. No podía articular palabra.
_Estás empapada. Por si no te has dado cuenta soy tu vecino, el del 5ºB. Me ofrezco a llevarte a casa._ No podía mirarle. Sólo asentí y le seguí hasta su coche.
Subimos escalón a escalón, hasta llegar a mi puerta. Saqué las llaves del bolsillo y las giré bajo la ranura. No abría. Y mientras sufría una de mis crisis nerviosas, él me miraba desde el rellano de su puerta.
_ ¿Qué pasa, no abre? _ Con la cara encendida y un sudor frio. Llena de vergüenza, le contesté un escueto “no”
_Espera, yo lo intento.
Me invitó a pasar la noche en su casa, ya que no había forma de poder entrar en la mía. En mi interior sabía que no debía aceptar su invitación, siempre había sido muy cuidadosa con las relaciones con desconocidos, y además todo me daba miedo. Pero inexplicablemente aquella noche le dije que sí. Acepté su invitación.
Al entrar me enseñó el camino hacia un baño de baldosas blancas y negras, como el tablero de un ajedrez. Me tendió un chándal y unas zapatillas. Mientras me secaba después de la adorable ducha, me preguntaba qué hacía allí. No había explicación, solo me dejé llevar por su voz, su mirada y sus manos. Esas manos que tanto llamaban mi atención.
Cenamos ensalada y un vino blanco exquisito, mientras charlábamos de mi trabajo y el suyo. Resultó ser un chico adorable, encantador y muy gracioso. Después de ver un rato la televisión, un tanto incómoda le dije:
_Estoy un poco cansada, debería ir a dormir._ Con su mirada ardiente se acercó a mí y deslizó los dedos por mi mejilla roja como el fuego.
_ ¿Tan pronto?_ Iba bajando su mano hacia el cuello, donde dibujó una fina línea de hombro a hombro. Escalofríos recorrían mi piel. Sorprendentemente no sentía miedo y mi boca tomó un gesto juguetón. Permanecía inmóvil percibiendo cada una de sus caricias, las cuales me proporcionaban una sensación nueva. Siguió bajando desde mi cuello hasta el centro de mis senos, donde desveló mi piel. Me bajó los tirantes de la camisa hasta medio brazo, y besó cada espacio vacío de mi piel. Durante un impulso me atreví a rozar la piel de su espalda bajo la camisa. Gimió.
_ Necesito desnudarte Erika._ El sonido de su voz me hizo estremecerme y por supuesto, asentí. Me quitó la camisa en un gesto casi malabar, me cogió por la cintura, me recostó en el sofá, me desprendió de los pantalones con una rapidez alucinante. Se detuvo en mi ropa interior (un bóxer que tomé prestado bajo su permiso).
_Te queda muy bien, pero estoy seguro que estarás mejor sin él._ Y sin ni siquiera dudar me lo quitó sin esperar respuesta. Me observó desde lo alto, donde pude darme cuenta de su miembro erecto tras su pantalón. Se quitó la camisa y luego el pantalón,  a continuación su bóxer de licra negro. Y con suma rapidez puso su cara frente a la mía y comenzó a besarme, apasionadamente. Su lengua jugueteaba con la mía y entre risas nerviosas le mordía el labio sin querer. Fue bajando su boca por todo mi cuerpo, parándose en mis pezones, los cuales mordió. Sentí máximo placer y no pude resistir las ganas de gritar. Paró.
_ ¿Estás bien Erika?
Entre respiración y respiración le conteste. _Si, por favor sigue._ No podía dar crédito a mi respuesta, pero así era, quería que siguiera.
Bajó y bajó hasta dar con mis muslos, y desde el exterior al interior su lengua le proporcionaba vida a todo mi ser. Rodeó mi sexo con su lengua y un torbellino de sensaciones invadió mi cuerpo. Ahora se colocaba la protección e introducía despacio su miembro dentro de mí. Muy despacio primero, después con grandes embestidas que me hicieron jadear y gritar de puro placer. Paraba y seguía con un ritmo intermitente que me dejaba fuera de combate sin apenas poder respirar. Llegamos juntos al climáx y se desplomó sobre mí. Así estuvimos un tiempo que me pareció eterno. En realidad, no podía moverme y por lo visto él tampoco. Después de largo rato me miró y solo le pude sonreír.
_Me gusta la morbosa de mi vecina, de hecho, vine a vivir aquí para algún día poder hacer esto._ Perpleja, solo pude reír.
_Me siento desconcertada, acabo de follarme a mi vecino ¡¡¡Y sin conocerlo!!!
_ Ahora me conoces y mejor que muchos_ Me guiñó un ojo, y preguntó_ ¿Te ha gustado sentirme dentro de ti?
_ Ha sido el mejor polvo de mi vida_ y con una sonrisa pícara le dije._ Tendremos que repetirlo.
Nos metimos en la ducha enjabonándonos mutuamente y después de secarnos me llevó de la mano a su cama donde dormimos sin mantener conversación alguna. Él, abrazándome posesivamente.
Así fue como le conocí. Así fue como mi vida cobró sentido. Desde aquel día todas las noches las paso al otro lado de mi puerta, en casa de mi vecino, el cual no conocía de nada, pero se ha convertido en el amante perfecto. Nadie lo sabe, por supuesto, eso es lo que le da sentido a nuestra relación. Quizás por eso nos vemos con tantas ganas y no hay un solo segundo en el que no piense en volver a su cama, al calor de sus caricias, a ese maravilloso mundo que me hace vibrar y flotar al mismo tiempo.

FIN

Violeta Vicinelli

Relato 2: Un masaje especial

Ya casi es la hora de cerrar estoy esperando por un cliente para un masaje corporal.
 De repente por la puerta entra un  hombre alto, moreno, muy atlético con un cuerpo que no pasa desapercibido. Era tremendamente sexi. No sabría decir  la edad porque tenía cara de treinta y largos pero su cuerpo decía todo lo contrario.
Me apresuro y lo paso a la cabina de masaje que ya lo tenía todo preparado con las velas aromáticas y los aceites frutales.
- Déjese la ropa interior y túmbese sobre la camilla. Enseguida vuelvo.
Salgo de la cabina a coger un poco de aire porque estoy acalorada. Nunca me había pasado esto porque yo soy muy profesional y respeto la intimidad de mis clientes, pero hoy todo era diferente.
Cuando entro el esta tumbado boca arriba, me quedo paralizada y mi mirada se fue para su entrepierna, rápidamente dejo de mirarle y agradezco la luz de las velas para que no se vea lo colorada que tengo las mejillas.
- Túmbese boca abajo por favor. Comenzaremos por las piernas.
Me estregué aceite en las manos y comencé con el masaje. Mi mirada no salía de su  trasero. Estaba mas acalorada de lo normal ya empezaba a fantasear con ese hombre. Termine de masajear las piernas y pase a la espalda embriagada con mis pensamientos eróticos.
- Dese la vuelta continuaremos por delante.
Al darse la vuelta no pude evitar mirarle ahí, me concentro rápidamente en mi trabajo y comienzo a masajear las piernas, cuando llego al muslo puedo notar en mis manos cada unos de sus músculos, el aceite hace que mis manos se deslicen con facilidad.
Me agarra la mano con fuerza y me la coloca en su pene, la quito de inmediato, me doy la vuelta avergonzada, aunque en realidad no tengo porque sentirme así porque no he hecho nada, ahora no se si decirle que se valla o darme la vuelta y subirme encima de el.
De repente oigo como se sienta en la camilla, me agarra por la cintura y me acerca a el, me acaricia los brazos mientras me besa el cuello y sus manos ahora pasan a mis pechos, los aprieta con fuerza. Se coloca de pie a mi espalda, me gira y sin dejar de mirarme con esa mirada sexi me quita los pantalones y las tangas color rosa. Me agarra con esos fuertes brazos, me sube a la camilla y aprieta su pelvis contra mi sexo. Me quita la camisa y el sujetador y comienza a chuparme los pezones, yo me dejo llevar, no soy dueña de mi cuerpo. Coloco mi mano en su erección y comienzo a moverla con fuerza mientras el gime de placer. Coge una silla que hay en una esquina de la cabina y la coloca en el borde delantero de la camilla, me tumba en la camilla y me arrastra hasta que mi culo queda en el borde, se sienta en la silla y ahora mi sexo esta a la altura de su cara. No puedo parar de retorcerme en la camilla mientras el mueve su lengua en mi clítoris. Me introduce un dedo en la vagina y sin apartar la lengua del clítoris me hace llegar a un orgasmo muy intenso.
Se quita los calzoncillos y se coloca el preservativo y comienza a penetrarme con fuerza, lo noto dentro de mi, cada penetración es un calambre que recorre cada centímetro de mi cuerpo. Me coge en brazos con mucha habilidad y me baja de la camilla me da un beso y me coloca las manos en la camilla, me inclina hacia delante y empieza a penetrarme otra vez. Me agarra fuerte por la cintura mientras no deja de penetrarme, se mezclan mis gemidos con los suyos hasta que en un grito conjunto nos dejamos llevar hacia un  orgasmo de múltiples sensaciones. Después de unos segundos sale de mí, se quita el preservativo y lo tira. Comenzamos a vestirnos sin decir nada.
- Creo que la próxima vez probare el masaje con chocolate.
- Puede usted volver cuando quiera. Le atenderemos con mucho gusto.
- Lo hare pero me atenderá usted.

FIN
Isis
 

Relato 3: Un reencuentro muy esperado

Se paró todo a mí alrededor, habían pasado meses sin vernos.
No es de esos hombres que te quita el hipo al verlo pero a mi me resultaba atractivo y sexi. Nunca ha desaparecido esa atracción sexual que existe entre los dos.
Nos miramos de una forma ardiente, con deseo, nos saludamos y nos dimos dos besos en las mejillas.
La pista de la discoteca estaba muy animada y  decidimos pedirnos unos cócteles. Nos miramos con un deseo casi incontrolable.
De repente noto como su mano recorre mi pierna y sube hasta mi muslo mientras me dice: - me encantan tus piernas. No para, sigue jugando, sube un poco mas y mete su mano por debajo de mi vestido, me estremezco de placer, pero miro a mi alrededor consciente de que estamos rodeados de gente, pero nadie se ha dado cuenta de este juego que acabamos de comenzar.
El sigue sin piedad acariciando todo mi cuerpo. Se coloca detrás de mí y aprieta su erección contra mi trasero, la puedo notar, y me excito mucho.
 De repente me agarra con fuerza y me sube sobre la barra, me sube el vestido y me aparta las tangas y hace que mi cuerpo sea suyo.
Cuando abro los ojos la barra estaba con las mismas copas a medio vaciar y nosotros seguíamos de pie en el mismo lugar  sin indicios de que hubiese pasado algo. Volví a la realidad, acalorada por esa fantasía que solo ocurrió en mi mente.
En ese momento decidí que era el momento de irnos porque no sabía cuanto mas íbamos a poder controlarnos.
Paró un taxi y nos fuimos a mi casa. En el trayecto a casa no deja de acariciarme la pierna y darme besos. En seis minutos ya estamos por fuera de mi casa. Casi no puedo abrir la puerta, me besa el cuello con deseo, con pasión, mientras me acaricia cada parte de mi cuerpo.
Tropezamos con todo antes de llegar a la habitación. Me tira contra la pared,  me besa el cuello mientras mete su mano por debajo de mi vestido y me acaricia el sexo. – Me excitas mucho. Yo jadeo, y me dejo llevar en sus brazos. Le quito la camisa y los pantalones, empiezo a acariciarle el pene con delicadeza. Me quita el vestido pero no me quita los tacones negros que llevo puesto, huau que excitación. Me siento en el borde de la cama y le quito los calzoncillos y su pene es un juguete de mi boca y de mi lengua, lo puedo oír gemir de placer. Me aparta, y sin dejar de mirarnos me desabrocha el sujetador con mucha habilidad, me tumba sobre la cama y comienza a jugar con mis pezones, sigue bajando por mi cuerpo lleno de deseo, y noto su lengua en mi clítoris. Mueve la lengua muy  rápido, con fuerza y en círculos. Estoy llena de sensaciones noto calambres por todo mi cuerpo, me estremezco debajo de el, hasta que de repente no puedo mas y me hace llegar a un orgasmo intenso. Se tumba en la cama a mi lado y me da un preservativo, lo abro con cuidado y se lo coloco en su erección. Me subo encima de el e introduzco su sexo dentro de mi. Mi cuerpo comienza a moverse guiada por la excitación que siento mientras el me acaricia los pecho. El ritmo de mis movimientos va aumentando y puedo ver su cara de placer, como  se retuerce debajo de mi cuerpo. Hecho la cabeza hacia atrás y sigo moviéndome de arriba abajo. De repente me coge  en brazos y me pone de rodillas mirando hacia la pared.
– Ahora me toca a mi. – Si por favor.
Me penetra con fuerza y yo me pierdo en esa sensación, somos un mismo cuerpo, con ganas de sexo y pasión. - Me excitas mucho cari.
Los dos nos perdemos en un grito por un  orgasmo que parece no terminar.
Nos quedamos uno al lado del otro mirándonos intentando recuperar la conciencia y las fuerzas. La noche es larga.
FIN
Venus
 

Relato 4: Un día de playa

No me suelen gustar los días playa, pero siempre los veranos tengo que ceder y acompañar a mi novia a una de esas playas que tanto le gustan. Playas de arena donde el sol lo quema todo, a esas playas donde tantas mujeres dejan al descubierto sus maravillosos pechos y donde predominan los tangas. Y por si fuera poco, mi problema es doble, soy bisexual, también tengo debilidad por lo buenos cuerpos masculinos, que sin duda, los hay.
Un caluroso día de agosto la insistencia de mi pareja hizo que cogiéramos los equipos playeros y nos fuéramos rumbo a la playa. Nos subimos al coche y partimos, hoy mi pareja se había levantado un poquito exitada, antes de salir me había morreado varias veces y sus manos no paraban de tocarme. En el coche, de camino, mientras yo conducía empezó  con su mano izquierda a tocarme el muslo y poco a poco se acercaba poco a poco a mi pene, que ya comenzaba a tener síntomas de un posible erección. Mi novia me miró y dijo: - antes de salir deberíamos haber hecho el amor, estoy muy cachonda. – Tranquila que ya volveremos y te daré lo tuyo, - le dije. Mientras me seguía tocando nos mirábamos y  sonreíamos, de repente sentí su mano encima de mi pene, me gustaba esa sensación aunque era un poco incómodo concentrarse en la conducción. A continuación metió su mano por debajo de mi pantalón, me la agarró muy fuerte con su mano y empezó a masajearla. Me estaba poniendo muy cachondo, le dije que parase pero ella estaba también un poco fuera de si. – ¡qué haces, estoy conduciendo! Me la saco y empezó a masturbarme. Yo tampoco es que pusiera mucha resistencia, aquello me estaba poniendo a cien, pronto logré una erección monumental. Un par de minutos después llegamos al aparcamiento de la playa y tuvimos que dejar lo que estábamos haciendo, a esa hora ya había mucha gente allí. Salimos del coche, cogimos las cosas y nos fuimos a coger un sitio dentro de esa arena caliente que tanto detesto. Estaba llenísimo todo, sólo había un huequito entre tantos y allí nos metimos. Justo al lado había una pareja, un poco más jóvenes que nosotros, de unos 20 años, la chica era morena, de estatura normal, ojazos verdes, un cuerpo atlético, muy atractiva. El chico, musculado, cuerpo bien trabajado en el gimnasio, guapo, buenos pectorales y unos abdominales muy interesantes al igual que el intrigante paquete que mostraba. Osea, que el calentón que traía del coche se iba a ver multiplicado por mil con esta pareja tan cerca.
Con el paso de las horas, y después de algunos chapuzones me di cuenta de que mi novia se había fijado bastante en ese chico, no paraba de mirarlo hasta el punto de que él también se percató y en una de esas me fijé  que la miró de forma pícara y le sonrió. Yo hice como si no hubiera visto nada, no me importaba, yo estaba muy entretenido con el topless de la chica. Sus pechos eran perfectos, completamente redondos, una noventa aproximadamente, tenía los pezones erectos y varias veces se pasaba su mano por una de sus tetas para quitarse resto de arena. Qué malito estaba, era difícil ocultar semejante erección. Ya por la tarde, coincidió que mi novia y el chico fueron a darse un baño y, a pesar de que había mucho espacio entre ellos se seguían mirando y sonriendo. De pronto una ola los arrolló,  al incorporarse se quedaron mas juntos y después de unas carcajadas se pusieron a hablar y a reírse. Justo en ese momento la chica también estaba viendo como su novio vacilaba con mi pareja y sin tardar mucho me miró y dijo: - Hola chico, ¿parece que se llevan bien ellos no? – Sí, parece. – Le contesté. A continuación miró hacia el bulto de mi pantalón y me comentó con tono de burla: - ¿eso te lo he hecho yo? – y sonrió. Yo me quedé un poco cortado, no sabía que contestarle. Mientras seguían su novio y mi novia hablando y divirtiéndose en el agua, inocentemente cada vez más cerca. - ¿qué tan si nos también nosotros lo pasamos bien? así de pasó te ayudo con eso tan grande que tienes ahí, -  me dijo ella.  – Me quedé sin palabras, no daba crédito a lo que estaba pasando.  - ¿si? ¿cómo?, le contesté.  – Se levantó y me dijo que fuese con ella, enseguida me di cuenta de que nos dirigíamos a uno de los baños portátiles de la playa. – Entramos, cerró la puerta y acto seguido se arrodilló delante de mí, me bajó los pantalones y se metió mi miembro en su boca. Mmmm  cómo lo hacía, era increíble.  – Me gusta tu polla, me dijo – Y a mi tu boca, le dije yo. La tenía durísima, ahora sólo pensaba en metérsela. Le dije que parara y que subiera, nuestras lenguas se encontraron por primera vez mientras yo acariciaba ese cuerpo que tanto había deseado horas antes. Mi boca busco impaciente sus pezones al mismo tiempo que ella empezaba a jadear levemente. Le bajé el bikini, la puse de espaldas y mientras ella se echó un poco hacia delante yo le coloqué mi pene en su húmeda vagina. Estaba muy muy mojada. OOHH qué calentito estaba, empecé a fallármela, ella gemía profundamente, la agarré por la cintura para darle mas fuerte, estábamos haciendo mucho ruido, los jadeos eran mas fuertes y constantes, es probable que alguien nos oyera pero no me importaba. Al mismo tiempo que se la metía empecé a acariciarle el clítoris. –Sigue que me corro tioooo, sigueeee. – Se volvió loca de placer, justo después de acabar su orgasmo una sonrisa picarona me cautivó, se giró, volvió a ponerse de rodillas y empezó a masturbarme. –córrete en mi boca, -dijo. – Esas palabras fue un éxtasis para mí y no tarde mucho en hacerlo, descargué mi leche en su cara mientras notaba que ella disfrutaba de aquello.
Después del acto, nos incorporamos, salí yo primero y me dirigí hacia toallas. Observé a mi alrededor a ver si veía a mi novia pero no, no estaba, y el novio de la chica tampoco, ¡qué extraño! ¿a dónde habrán ido?.

FIN

Elchico

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