Estos días se estrena en España una película sobre un
fármaco antidepresivo que tiene unos efectos secundarios nada agradables,
precisamente bajo el título de Efectos secundarios. Viéndola, sin embargo, me
acordé de un antidepresivo que apareció en 1981 cuyos efectos secundarios, por
el contrario, eran mucho más agradables. Quizá demasiado.
Y es que muchas de las personas que lo tomaban
experimentaban orgasmos incontrolables cuando bostezaban.
Dichos efectos fueron informados por tres psiquiatras del
Hospital Regional de Saint John, en New Brunswick, en el Canadian Journal of
Psychiatry, tal y como explica Ian Crofton en Historia de la ciencia sin los
trozos aburridos:
Cada vez que bostezaban, dijeron dichos pacientes, tenían un
orgasmo. Una mujer “admitió tímidamente que esperaba seguir tomando el
medicamento con un tratamiento a largo plazo”, mientras que un hombre se vio
obligado a llevar permanentemente un condón, en caso de en el autobús
encontrara a un pelmazo que lo hiciera bostezar Una mujer de edad mediana que
fue hospitalizada solicitó que se le quitara la medicación, porque en el
ambiente hospitalario no había manera satisfactoria de resolver sus “ansias
sexuales irresistibles”. Un cuarto paciente, un hombre casado, informó de una
experiencia bastante distinta del medicamento: cada vez que bostezaba
“experimentaba una sensación tan intensa de agotamiento y debilidad que tenía
que tenderse durante diez a quince minutos.
Un equipo de científicos, transcurrido un año, publicaron
también en el Canadian Journal of Psychiatry una posible explicación del
fenómeno:
Proponemos que el aumento en los niveles de serotonina del
cerebro que resultan del efecto de la clomipramina sobre la reabsorción de
serotonina pueden estimular la liberación de CRF (factor liberador de la
corticotrofina) hipotalámica. El CRF liberado tiene el potencial de activar
circuitos neuronales responsables de los patrones de comportamiento descritos
previamente, es decir, bostezar y la respuesta sexual espontánea.
Sea como fuere, seguro que a muchos hombres no les hubiera
importado disponer de un buen surtido de este antidepresivo en las diferentes
huelgas sexuales contemporáneas (como la de Islandia en 1979, en la que las
mujeres privaron de sexo a los hombres a fin de que se les reconociera sus
tareas, y otras que os explico en Los lugares más anti sexuales del mundo (y
que sirvieron para cambiar el mundo). Los motivos para tomarlo ya os los dejo a
vuestra imaginación.
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