lunes, 27 de enero de 2014

Los motivos para tener sexo

Noticia de La Vanguardia 03/01/2014

Si cree que el motivo por el que se acuesta con alguien es original, puede llevarse una decepción, porque los expertos han encontrado hasta 237 motivos para hacerlo.

Sobran motivos para tener sexo y no siempre es por amor. A la vista de la lista elaborada a partir de una investigación de la Universidad de Texas del año 2007, la probabilidad de que el amor dicte los caminos del deseo disminuye de forma espectacular, porque ese ranking incluye un total de 237 razones distintas, y el afecto sólo tiene que ver con algunas de ellas. Tal vez para algunos sea decepcionante o a lo mejor obvio para otros que entre los motivos prevalezca el aburrimiento, el insomnio o el morbo, por no hablar de la curiosidad, la venganza o para evitar hablar de algún asunto espinoso o conseguir un trabajo. Si le resulta inquietante, otro estudio más reciente de la Universidad de Toronto publicado este pasado año le puede devolver cierta tranquilidad cuando los motivos los reduce a dos categorías: o es positivo o es negativo, según la psicóloga y coordinadora del estudio Amy Muise. Aparentemente muy sencillo, sólo hay que saber lo que es positivo y negativo, según los criterios de cada cual, claro. Pero los expertos aseguran que no es tan simple y aventuran los verdaderos motivos por los que se tiene sexo. 

“Tal vez años atrás podía parecer más simple, sobre todo entre las personas con la creencia muy arraigada de tener sólo sexo para tener hijos. Tenía su peso cultural. Aunque no fuera una práctica generalizada en gran parte de la población, sí había un componente que para algunos podía ser castrante y culpabilizador si los motivos por tener sexo eran otros, inconfesables como se decía entonces”, recuerda el psicoanalista Juan Carlos Albaladejo, socio del gabinete Esperanza Psicólogos. Una vez desterrado este tipo de moralidad, parece que empiezan a surgir los verdaderos motivos. “El sexo convencional ha muerto y las personas se atreven a preguntarse a sí mismas por qué tienen sexo”, apunta también José Carlos Arroyo, coach y asesor filosófico, miembro de la Associació de Filosofia Pràctica de Catalunya.

“¿Tienes relaciones sexuales para disfrutar de tu propio cuerpo? ¿Del de la otra persona? ¿Para experimentar? ¿Quizá para conocerte mejor? ¿Por alguna razón espiritual?... En definitiva, ¿por qué motivos tienes sexo?”, pregunta José Carlos Arroyo. Él mismo contesta: “Si me preguntaras tú a mí, te diría que mis relaciones sexuales son para convertirme en una pareja y un amante nada convencional. Lo normal abunda. Es rutinario y aburre mucho. Está por todas partes. Sin embargo, tú quieres divertirte y la otra persona también. Estás en esta vida para disfrutar de cosas nuevas y sentirte feliz”. Puede ser un motivo, sí, evitar la rutina. Danièle Flaumenbaum, ginecóloga y autora de Mujer deseada, mujer deseante (Gedisa), llega a asegurar que el 85% de las mujeres se aburre haciendo el amor. Sorprendente. [...]

“Hay mujeres con dependencia emocional, que tienen sexo porque toca hacerlo, no porque quieran o lo deseen, y temen que de no hacerlo su pareja las abandone. Tienen miedo a quedarse solas”. Es un motivo que indudablemente inhibe la secreción de hormonas relacionadas con el deseo y la excitación. “¡O emocionas a tu pareja hasta que se estremezca o serás convencional! La competencia es dura y los demás lo tienen claro. Busca tu valor en la diferencia y en la calidad. ¡Ten sexo incondicional! ¡Mejora la vida del otro! ¡Saca el seductor que llevas dentro y sorprende a tu pareja con algo nuevo!”, cuenta con vehemencia José Carlos Arroyo. El autor de Reinventar el amor (Luciérnaga) es tajante: “Elimina el sexo rutinario ya. ¡Deja de leer, cierra este suplemento e imagina qué le propondrás a tu pareja hoy mismo! Por supuesto, que sea completamente diferente de lo de ayer. Ya volverás a abrir el suplemento más tarde y lo leerás con mucha más alegría”. [...]

Como se ha mencionado al principio de este reportaje, recopilaron una lista de 237 motivos. Los que encabezan la lista no resultan sorprendentes (desde el “su aspecto físico me gustó”, hasta el sencillo “me hace sentir bien”). Pero hay otros que los investigadores no se esperaban, como tener sexo para quitarse el dolor de cabeza cuando generalmente eso se ha usado o se usa como una excusa para no tener sexo, según explican los propios autores del estudio. U otros más rocambolescos como tener sexo con una persona para que rompa la relación con su pareja, o incluso para sentirse más cerca de Dios. Tampoco falta quien asegura que su motivo es quemar calorías después de una cena pesada. Más allá de lo convencional o sorprendente que sea esta lista, Cindy Meston los ha reagrupado según si las razones tienen un origen físico o emocional o persiguen un fin (como conseguir un ascenso, hacer dinero, ser popular o por una apuesta). Para no perderse ante tanta motivación, Juan Carlos Albaladejo identifica aquellas motivaciones “absolutamente egocéntricas que sólo tienen que ver con uno mismo –como descargar la propia ansiedad, liberarse de ciertas preocupaciones o sentirse deseado– de aquellas otras más altruistas –animar a la pareja porque lo necesita o porque está triste–”. Cualquier motivo es bueno, señala este psicoanalista, “mientras sea consentido. Al fin y al cabo estamos hablando de la carga erótica, de la fuerza de la vida en contraposición a la muerte. Aunque todavía el hombre tiene tendencia a temer a la mujer que manifiesta toda su carga erótica. Es el peso de la educación patriarcal”, que también dificulta la incondicionalidad del amor. Ante ellos José Carlos Arroyo aclara que el amor incondicional es un proceso, no un resultado.

Mientras tanto, hombres y mujeres están sujetos a la evolución del deseo, un mundo lleno de motivos y razones, que trastoca los estereotipos más arraigados hasta el punto de que los investigadores también se sorprenden con los resultados de sus estudios. David Buss comenta que algunos motivos aparecen independientemente de ser hombre o mujer, como tener sexo por sentirse atraído por la persona, pero otros rompen estereotipos, como la supuesta tendencia de las mujeres a utilizar el sexo para obtener recursos o ganar estatus social. “Nuestros hallazgos sugieren que los hombres hacen estas cosas más que las mujeres en contra de lo que creíamos”. Pero estos mismos expertos insisten en que no hay tantas diferencias entre hombres y mujeres. Los estereotipos no parece que se sustenten desde una base científica. [...]

Las respuestas químicas son muy similares. Las hormonas tienen su papel. Emma Ribas comenta que en una primera etapa prevalecen la testosterona y los estrógenos. En este sentido, una parte de las motivaciones para tener sexo estarán centralizados en las habilidades de la seducción para conseguir al otro. El deseo y la excitación se encuentran en su máximo apogeo. En una segunda parte prevalece la serotonina, “que nos hace perder la razón, no podemos vivir sin el otro. Estamos enamorados, y las motivaciones vienen determinadas en parte por esta casi obcecación en el temor a la pérdida del otro”.

Y en la tercera etapa prevalece la oxitocina y la vasopresina, que se caracterizan por fomentar el apego, los vínculos más profundos, la base de las relaciones más largas. Las motivaciones aquí pueden caracterizarse por el cuidado hacia el otro. “En este contexto empieza a difundirse el concepto de slow sex”, explica Emma Ribas. En este último caso, y a diferencia del sexo explosivo y rápido, el objetivo no es tener un orgasmo (o muchos) cuanto antes. No hay prisa, no hay objetivo. No hay motivación más que encontrarse con el otro, “mirarse a los ojos, descubrirse, respirar juntos, comunicarse, sintonizarse, sin tiempos”. Juan Carlos Albaladejo comenta que si el lector no se siente retratado en ninguna de estas motivaciones para tener sexo, sencillamente lo puede tener porque sí. Tampoco es necesario buscar ninguna razón, y menos a principios de año.
                                 


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